jueves, 6 de diciembre de 2012

La Muerte

La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negro los ojos pero con la cara tan pálida
 que al pasar el mediodía parecía que en su tez se hubiese detenido un relámpago) iba en el camino una muchacha que hacia señas para que parara. Paró.
-¿Me llevas? Hasta el pueblo no más -dijo la muchacha.
-Sube -dijo la automovilista. Y el auto arrancó a toda velocidad por el camino que bordeaba la montaña.
-Muchas gracias -dijo la muchacha con gracioso mohín -pero ¿no tienes miedo de levantar por el camino a personas desconocidas? Podrían hacerte daño.¡Esto está tan desierto!
-No, no tengo miedo.
-¿Y si levantaras a alguien que te ataca?
-No tengo miedo.
-¿Y si te matan?
-No tengo miedo
-¿No? Permiteme presentarme -dijo entonces la muchacha, que tenia los ojos grandes, limpios, imaginativos y enseguida, conteniendo la risa, fingió una voz cavernosa-.Soy la muerte, la M-u-e-r-t-e.
La automovilista sonrió misteriosamente.
En la próxima curva el auto se desbarrancó. La muchacha quedó muerta entre las piedras. La automovilista siguió a pie y al llegar al cactus desapareció.

La muerte al desaparecer se fue al infierno a ver como trabajaban sus esclavos al ver que no hacían nada, se enojó, los agarró del cuello y los amenazó.
Luego, volvió al mundo y siguió matando personas mientras que se hacia pasar por automovilista
Una de sus victimas fue un anciano que era mago, y podía ver que era la muerte.
Entonces, cuando se subió al auto luego de unos KM se bajó y se salvó la vida.
 

Autores : Ulises U. Ona L.A.

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