Durante
una fiesta se cortó la luz, pero volvió a los cinco minutos. Una señora comenzó
a gritar porque había desaparecido su collar de brillantes. Todos los invitados
fueron revisados, pero el collar no apareció.
Los
custodios del lugar aseguran que nadie salió del salón en ese tiempo.
Víctor,
querido amigo, aquí tenemos un nuevo caso le dije. Entonces empezamos a
recordar lo que pasó antes del corte de luz.
Cuando
llamé Dana, la dueña del colgante, me dijo que sintió un rose en su cuello y
cuando volvió la electricidad su collar había desaparecido.
Luego
tomé mi pipa y observé un brillo en el bolsillo de uno de los custodios.
Entonces fue allí donde le dije a Víctor:
-¡Mira!
Allí en su bolsillo se ve un brillo dorado.
-Buena
observación Roberto – me respondió.
Estaba
por acercarme al custodio cuando, de repente, se veía la sombra de un mozo con
la delgada cadena en sus manos, lo anoté en mi libreta y se lo comenté a
Víctor.
Luego
de avisarle, a Víctor nos reunimos con Dana en una esquina del salón. Ella nos
comentó que era una cadena dorada y brillante que le había regalado su abuela
para navidad.
Allí
fue cuando dedujimos que los culpables podrían ser el mozo o el custodio.
Al
ver que el mozo dejó su celular sobre una mesa, lo tomamos y encontramos un
mensaje. Este decía:
Agustín
me despidieron del trabajo y tu sueldo solo no alcanza. Trata de conseguir un
dinero “extra” de cualquier forma.
Teníamos
evidencias para culpar al mozo, pero debíamos asegurarnos de que no fuera el
custodio de la puerta principal.
Llegando
al final de la fiesta nos reunimos con reunimos con Víctor a interrogar al
“hombre de seguridad” y le pedimos que nos muestre ese objeto brillante.
Sacó
un reloj antiguo del siglo XIX y nos retiramos con esa satisfacción de... ¡Lo
tenemos! Después de pedirle disculpas al hombre, nos juntamos nuevamente con
Dana y le dijimos las novedades y le explicamos lo que sucedió.
Agustín
quedo detenido.
Francisco I. - Martina Z.